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Fármacos

 Así que finalmente fue necesario ir al psiquíatra, me resisto a la idea de que seas tan pequeña y tengas que tomar fármacos para la depresión.  Hablo contigo y me dices calmadamente que tuviste mucho síntomas adversos, también me consuelas diciéndome que quizá es porque estas empezando el tratamiento, yo me estremezco, quisiera librarte de todo ese entramado médico-materno que te da una pastilla para no hacerse cargo de verdadero problema: el haber crecido en una casa-templo de belleza, en la cual una enloquece porque nunca está a la altura de las expectativas, siempre sobra o falta algo, siempre en falta, siempre deseando el reconocimiento  de tu madre y de tu abuela, igual yo con tu abuela, siempre sintiéndote como un Prometeo de la comida, de la abstención, de la belleza. Esa ruleta perversa del:"nunca es suficiente para ellas". Te amo Danni y te abrazo en este caos que supone empezar a estar mejor.

Vengo aquí para acompañarte

Me entero con tristeza de que tienes anorexia. La noticia no es una sorpresa. Yo misma ví delante de mis ojos como trazabas estrategias y como, poco a poco, fuimos dejándote llegar hasta esto. ¿Justificación o miedo? Reconozco que cuando empece a ver tu obsesión con los horarios de tu comida y con las porciones debí decir algo. No lo hice porque pensé en respetar tu autonomía. Sé que debí estar más presente pero igual quizá esto también hubiera pasado. No puedo curarte del pasado ni darte el amor de tu mamá ni borrarte de un plumazo el trauma ocasionado por tanto cambios en tu familia, resolverte el nudo de amor-odio que tienes con tu abuela, ese doble vinculo que no se acomoda en ningún lado y nos enloquece, que a mí me ha llevado 40 años hablar de ello sin rencor. Lo cierto es que aunque no puedo comer por ti ni darte la mano dentro del gran mundo de tu cabeza, te digo que estoy aquí, que las cosas mejoran que no siempre será difícil, que saldremos de esta y te acompañare en todo lo ...