Vengo aquí para acompañarte
Me entero con tristeza de que tienes anorexia. La noticia no es una sorpresa. Yo misma ví delante de mis ojos como trazabas estrategias y como, poco a poco, fuimos dejándote llegar hasta esto. ¿Justificación o miedo? Reconozco que cuando empece a ver tu obsesión con los horarios de tu comida y con las porciones debí decir algo. No lo hice porque pensé en respetar tu autonomía. Sé que debí estar más presente pero igual quizá esto también hubiera pasado.
No puedo curarte del pasado ni darte el amor de tu mamá ni borrarte de un plumazo el trauma ocasionado por tanto cambios en tu familia, resolverte el nudo de amor-odio que tienes con tu abuela, ese doble vinculo que no se acomoda en ningún lado y nos enloquece, que a mí me ha llevado 40 años hablar de ello sin rencor.
Lo cierto es que aunque no puedo comer por ti ni darte la mano dentro del gran mundo de tu cabeza, te digo que estoy aquí, que las cosas mejoran que no siempre será difícil, que saldremos de esta y te acompañare en todo lo que necesitas.
Recuerda que soy tu tía, la rara, que puede caminar como garza por las venidas solo para hacerte reír como cuando eras pequeña.
Te abrazo
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